La feria Naturebas llega a Uruguay de la mano de un grupo de jóvenes con mirada desde la enología y la sommellerie

 

Por Anna Larocca, sommelière

 

Cuando preparaba la entrevista al equipo que organiza la versión uruguaya de la feria Naturebas, una palabra venía a mi mente: camino. Pensaba en el inicio de un recorrido, en el cruce con otras trayectorias, en lo que se empieza, pero no se sabe cuándo se termina o hacia dónde se bifurca, en lo que “se hace al andar”, para parafrasear al poeta. Según la RAE, camino viene del latín camminus y este, de camanon, una voz de origen celtíbero (en relación a los celtas que poblaban la península ibérica). Que mis elucubraciones terminaran en los celtas me hizo sonreír: yo quería hablar de vino y me topé con aquellos aguerridos consumidores de cerveza. Pero esos también fueron caminos que se cruzaron en la historia: los romanos les enseñaron a tomar vino y los celtas le mostraron al imperio las ventajas de la barrica de roble frente a las quebradizas ánforas mediterráneas.

Naturebas es una feria independiente, sin fines de lucro, especializada en vinos naturales, orgánicos y biodinámicos, que comenzó como un sueño loco en 2013, en Brasil, de la mano de Leo Reis y Lis Cereja. Tras su reciente décima edición, continúa siendo la única de este tipo en el país hermano y tiene la particularidad de poner en contacto directo a consumidores, importadores y comerciantes con productores de la región y del mundo cuyos vinos podríamos englobar bajo la etiqueta de “mínima intervención” o, como los bautizan en Brasil, criados soltos: aquellos en los que se evita el uso de productos de síntesis química, tanto en el viñedo como en la bodega, y manejos excesivos durante la elaboración. Así, vamos a escuchar hablar de levaduras nativas, de no filtrado y no clarificado, de no agregado de sulfitos, de sustituir agroquímicos por fitosanitarios, de cultivar según los astros, de recuperar cepas autóctonas, de pisar la uva con los pies (imaginen una escena de la antigua Galia, con el druida marmitando pócimas a la luz de la luna); todo esto en combinaciones variables que dan lugar a una escala amplia de vinos procedentes de bodegas y viñedos ya certificados o en vías de serlo –o para nada, porque son procesos muy caros– como sustentables, orgánicos o biodinámicos. Lo más “naturales” posibles, incluso en el empaque.

Que Uruguay sea el primer país de la región hacia donde la ya afamada feria se extiende es un buen signo, tanto para la avidez de los consumidores locales por acceder a estos productos como para el estímulo a los productores uruguayos que tímidamente están empezando a transitar ese camino. Una senda que se visualiza sin retorno, sobre todo si se tiene en cuenta la demanda de los países a los que Uruguay exporta (estando el propio Brasil en primera línea).

El vínculo entre Naturebas Brasil y los productores uruguayos empezó en 2019, cuando varios fueron invitados a participar en el evento en San Pablo. Entre ellos, el enólogo Santiago Degásperi, desde hace tres años a la cabeza de Proyecto Nakkal (en colaboración con Nicolás Monforte y Bruno Bresesti), pionero en la elaboración de vinos de mínima intervención en nuestro país y hoy responsable de la edición uruguaya de Naturebas. Pero junto a él hay un equipo de gente muy comprometida con la causa: Pía Carrau, sommelière y especialista en comunicación corporativa, actualmente gerente general de la bodega Cerro Chapeu (emplazada en uno de los ambientes más puros, según los índices de sustentabilidad ambiental de las universidades de Columbia y Yale); Federico Urquiola, productor de vino, sidra y hortifruticultura en la empresa de su familia, y ahora con un emprendimiento propio de sidras artesanales; Victoria Leira, sommelière con experiencia en enoturismo, gastronomía y proyectos sociales, hoy parte de Proyecto Nakkal y Vermouth Rooster, este último también un emprendimiento autogestionado, que fomenta la producción agrícola familiar, asume el compromiso medioambiental y genera productos de “residuo cero”; y por último, Antonella Deambroggi, también sommelière quien, a través de su marca Quierovino, ha creado un espacio para el encuentro estrecho y amigable entre consumidores y productores locales. Todos, de una forma u otra, han participado en Naturebas Brasil, una feria que se quiere disidente.

Preguntados por la necesidad o el potencial detectado en nuestro país para traer la feria aquí, contestaron:

Entendemos que el país tiene, por un lado, algunos productores con interés y hasta con experiencias en la producción orgánica, sustentable y en todo lo que tiene que ver con el mundo naturebas, y por el otro, consumidores que han viajado, experimentado y conocido otras realidades. Realizar esta feria en Uruguay es crear un ámbito en donde las partes se puedan conocer, interactuar y comunicar, generándose así un intercambio que enriquezca y ayude a crear un movimiento más grande y profundo. El potencial es justamente muy grande porque, según entendemos, esto apenas está iniciándose.

“Generar conciencia” –tanto del lado de los productores como de los consumidores– respecto a la importancia de este tipo de producción es un objetivo manifiesto de los organizadores de la feria. Para ellos, este evento “es un mensaje de economía circular”, con una base conceptual que habla de “Personas, Procesos, Productos”. Para la selección de los expositores en Naturebas Uruguay, analizaron cada una de estas patas y así han llegado a definir 45 participantes con un espíritu cercano a la filosofía de la feria, de los cuales 18 son extranjeros. Pero en nuestro país hay tan solo “unos 10 productores que tienen al menos un producto o algunos productos realizados con mínima intervención”.

Hay proyectos más avanzados o dedicados 100 % a la mínima intervención, y otros dando sus primeros pasos. Para esta primera edición, elegimos ser abiertos y tratar de generar espacio para todos, creyendo que la inclusión y la apertura inspiran y ayudan a que el movimiento crezca y se desarrolle.

Si en el mundo podemos hablar de “movimiento”, en Uruguay aún no hay una organización que nuclee, de manera más o menos formal, a estos productores más allá de algunas instancias espontáneas de intercambio, siempre fértil, de experiencias. Se han iniciado contactos con Slow Wine Latinoamérica, pero este movimiento es “más estricto en términos de exigencias, y aún falta dar algunos pasos desde lo productivo para poder pertenecer con mayor número de productores”. Hay pocas bodegas que apuesten íntegramente a la mínima intervención y más difícil aún es el trabajo orgánico en el viñedo, pero este equipo cree que “es algo que irá creciendo y aumentando, y estas oportunidades brindan mejores condiciones para que eso suceda”.

Respecto a las dificultades con las que se encuentran para desarrollar este tipo de producción en Uruguay, nos cuentan:

Primeramente, dificultades climáticas, por supuesto; estamos en una región con algunos factores que no favorecen la producción orgánica o de menores aplicaciones en viñedo. Por otro lado, también aparecen dificultades culturales, ya que aún tenemos una viticultura muy arraigada a un manejo tradicional, y el cambio a una viticultura menos interventiva, por ejemplo, además de tener un riesgo importante en la cantidad y la calidad de la producción, conlleva un trabajo y dedicación muy fuertes, que será cuestión de tiempo y de convicción llegar a desarrollarla de una forma más extendida.

La llegada de Naturebas a Uruguay y el lanzamiento del Programa de Viticultura Sostenible del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI) –surgido a impulso de los grupos CREA y auditado y certificado por LSQA– son, sin dudas, dos hitos que este año han marcado el camino a la sustentabilidad de la uva y el vino en Uruguay. En este programa hay un total de 104 viñedos inscritos, que implican un sexto de la superficie cultivada del país. Al respecto, los organizadores del evento nos comentan:

Creemos que el paso hacia la viticultura sustentable presenta un escenario con un manejo mucho más amigable y responsable con el medio ambiente, y que esto haya sido impulsado por el propio INAVI tiene una fuerza y un alcance mucho mayor.

También evaluaron la tendencia de las exportaciones:

Sin duda, la exportación ya tiene un interés importante por este tipo de productos. Hay mercados que casi son excluyentes con los productos más tradicionales, y otros que van marcando una tendencia hacia allí. Los importadores quieren saber quiénes producen, cómo se produce y, principalmente, qué ideales hay detrás. Está muy alineado con ese concepto de Personas, Procesos, Productos que mencionamos antes.

Por último, quise saber si los proyectos colaborativos, como lo son Nakkal, Rooster o la propia edición de Naturebas, son un modelo a seguir para la nueva generación de enólogos. Esto es lo que piensan:

Creemos que, al menos, son una muy buena alternativa porque, al unir fuerzas, los proyectos se hacen posibles. Es un espíritu que venimos teniendo en varios aspectos, no solo en nuestros emprendimientos personales, sino también en cómo nos relacionamos con otros productores y colegas. Pensar al otro como un colega y no como un competidor y, por supuesto, generar acciones o proyectos en conjunto enriquece mucho. También creemos que es algo generacional, y que felizmente viene mejorando generación tras generación. Hoy en día podemos verlo en artistas, músicos y muchos otros ámbitos, que cada vez más las colaboraciones son naturales y espontáneas. La fuerza que genera el colectivo siempre es mayor que la que pueda tener cualquier individuo. Eso también es Naturebas y es lo que queremos mostrar.

La feria tendrá lugar en la Ciudad Vieja de Montevideo la tarde del sábado 12 de noviembre, con una entrada de precio súper accesible para este tipo de eventos. Es de destacar que los productores no pagan por su participación en la feria, ni tampoco una comisión por las ventas. Lo recaudado por las entradas sirve para el sustento y armado del evento, que también tendrá como expositores a productores de sidra, queso, miel, destilados, café, té, kombucha, cerveza y otros. Y, además, termina en fiesta. Lógico: es que feria y fiesta comparten la misma raíz etimológica, una raíz que penetra en antiguas tierras latinas, donde todos los caminos llevaban al vino.

 

Fotografías, gentileza de Naturebas Brasil