¿Qué mejor manera podían conseguir los Sommelier para despedir el año que recorriendo un viñedo, en un domingo soleado? Y la gente de la AUSP lo logró, con la gentil colaboración de los amigos de Bodega Cerro del Toro, y la complicidad de los dioses, que nos proporcionaron un clima ideal para nuestra reunión. El encuentro, como siempre en la esquina de Tres Cruces, fue un poco decepcionante por la escasa concurrencia, pero en el camino se fue sumando un nutrido y animoso contingente, que sumado a los que llegaron directamente al lugar de destino, hicieron (o sea, hicimos) una alegre camarilla comprometida en la misión de pasar una jornada digna de quedar para el recuerdo.

El arribo al lugar ya fue alentador. El cautivante panorama de la ladera del cerro, realzado por los viñedos plenamente visibles desde la carretera, se hizo doblemente grato al ingresar al camino de entrada y notar la prolijidad con que se manejaban los cuadros que bordeaban el sendero. Ante esta visión, quien escribe no pudo menos que sentirse remitido al origen de los propietarios del viñedo, orientales de otro Oriente que el que hace referencia a nuestro patronímico. Llegados ya al casco del establecimiento, en cierta forma aún en pañales, la cálida bienvenida del Enólogo Martín Viggiano nos terminó de predisponer a pasar una muy agradable jornada, como quedaría demostrado a la tarde, cuando emprendiéramos el regreso.

La recorrida por las viñas resultó una gozosa aventura. Lo quebrado del paisaje no sólo no fue un obstáculo, sino que más bien aderezó el interés del paseo, ya que aparte de poder apreciar la variedad de cepas plantadas y la estudiada disposición de los cuadros, la vista se iba deleitando periódicamente con nuevos panoramas; esos a los cuales nos tienen acostumbrados nuestras sierras. Paralelamente, Martín nos explicaba cómo se habían estudiado cuidadosamente las características del terreno y el tipo de suelo, a fin de adecuar las variedades a implantar a cada parcela en particular. La lista de cepas que se están cultivando en las veintiocho hectáreas plantadas es extensa, doce en total, y si bien las que ocupan mayor extensión son Tannat, Merlot y Albariño, hay lugar para otras poco difundidas como Pinot Gris, Gamaret y la peculiar Lacryma Chisti.

Después de la extensa caminata, la vuelta fue bien acogida por los participantes, en especial por la promesa de un almuerzo, bien regado por el producto de esos hermosos viñedos que habíamos podido admirar en nuestro paseo. Debajo de una acogedora enramada que nos resguardó del sol del mediodía, que estaba empezando a resultar ya algo agresivo, pudimos descansar a gusto. Allí tuvimos una conjunción de experiencias realmente disfrutables: por un lado, Álvaro Lorenzo, quien desarrolló el proyecto y lidera el equipo técnico de la bodega, nos ilustró con solvencia sobre distintos aspectos del mismo; y por otro lado, pudimos saciar nuestra sed y apetito con las deliciosas viandas y los no menos disfrutables vinos que se nos sirvieron.

No detallaré el menú previendo una posible invasión de ácido gástrico no deseada por el lector (sólo mencionaré ceviche, gazpacho, paella… ¡ups!, perdón) (¡todo delicioso!) pero sí puedo detallar el excelente maridaje que se logró con el Albariño, un Chardonnay y un Pinot Noir que acompañaron la comida, y que podemos recomendar con total confianza. Vinos que, a diferencia de los manjares servidos en esa ocasión, están al alcance de cualquiera que se acerque a algún punto de venta de estos productos; a precios razonables para vinos de esta calidad, además, por lo menos en opinión de quien escribe.

Pero como todo lo bueno, esta visita también tenía -inevitablemente- que llegar a su fin; y ya con el sol en retirada debimos emprender el regreso. Con el alma un poco más liviana, algunos vinos consumidos, otros en los bolsos y muchas buenas anécdotas para recordar, abordamos los vehículos que nos habían llevado hasta allí, para dejar las soñadoras laderas que se empeñan en mirar al norte, dando la espalda a Piriápolis, y volver a nuestras respectivas rutinas, que ese lunes serían algo más llevaderas que cualquier otra semana.

¡Muchas gracias Bodega Cerro del Toro por recibirnos!

Texto redactado por el Sommelier Juan Adano para la AUSP.